jueves, 6 de febrero de 2014

LA MEJOR HISTORIA DE AMOR


La mejor historia de amor jamás contada

La mejor historia de amor jamás contada
En su mente un único deseo: vivir la mejor historia de amor del mundo, la más romántica, la más bella. Llevaba desde que la Madre Naturaleza le dio en la adolescencia la perspicacia del amor, imaginando cómo debía ser su amor verdadero, la primera cita con ella, la primera caricia. Cada noche, al meterse en la cama, antes de quedarse dormida, recreaba su historia maravillosa. Y, día a día, año tras año, a medida que crecía y maduraba le añadía nuevos detalles para perfeccionarla. Todas sus amigas conocían exactamente su sueño, porque en más de una ocasión lo había narrado, con todo lujo de detalles.
amor 
− La conoceré por casualidad, en cualquier sitio normal. Con normal me refiero a que no será un bar o una discoteca. Ni Internet, que ahora está muy de moda. No, no. Por ejemplo, visitando un museo, o en el metro, o mejor en el autobús, que a pleno día es mucho más romántico, o puede que nos topemos uno de esos domingos que dedico a pasear por el Casco Antiguo. Nada más nuestras miradas se crucen notaremos que nos salta una chispa. Porque el Verdadero Amor lo imagino eléctrico, para que no haya dudas por parte de ninguna. Y nuestra primera cita será maravillosa, de ensueño. Me invitará a cenar a un restaurante romántico, con suculentos platos sofisticados en presentación y con sabores afrodisíacos. Nos cortejaremos utilizando el terreno de lo insinuado. Más tarde en una confortable habitación decorada en tonos suaves y pasteles, con muebles coloniales que emitirán su estimado olor a madera, me tumbará sobre la cama vestida con sábanas de seda y me desnudará primero con el deseo y más tarde con su suavidad, tirando mi ropa como si formara parte de la coreografía del amor. Luego me besará largamente, inspeccionando con su lengua cada recodo de mi aun desconocida boca. Mantendremos una pequeña lucha porque querré desnudarla y ella no querrá separar sus labios de los míos. Su mano expedicionaria habrá hallado el monte y su cañada, húmeda desde que el deseo se hubiera instalado en mi persona. A la mañana siguiente, al despertar y comprobar que la noche no fue un sueño sabremos que estamos hechas la una para la otra y sellaremos nuestro amor volviendo de nuevo a nuestro primer beso.
historia 
Así era como ella se imaginaba su Amor, ese amor con mayúscula que sólo aparece una vez en la vida.

mejor

La conoció por Internet. La retó para hacer el amor porque pensaba que ella estaba jugando; “es típico de las hetero, ahora se tendrá que comer sus palabras”, pensó, pero se quedó totalmente descolocada cuando la otra aceptó: “Vale, a la una en tu casa”. Pensó que hacía mucho que no follaba, que ya le iría bien.
contada
 
Pero continuaron hablando por chat y al final la otra se echó atrás. Tampoco le importó mucho porque era meterse en un jaleo menos. Continuaron hablando, ambas querían salvar la poca amistad que existía y al final decidieron que quedarían para tomar algo.
jamas 
Después de una tarde de coqueteos acabó en su casa. Ahora iba más decidida que nunca a provocarla al máximo para que viera que no podía estar coqueteando si luego no se llegaba al final.
La mejor historia de amor jamás contada 
Se besaron, un beso siguió a otro. Le metió mano y la deseó, y como buena lesbiana se ocupó primero de ella. Le pidió ir a la cama, y la otra no quiso, “en el sofá se está bien”. Un sofá cama de Ikea incómodo que ni siquiera abrió, cuyo somier eran una maderitas que a la primera de cambio, con la rodilla, mientras estaba encima de ella rompió y tuvieron que parar para ver si el desastre era mucho o poco. Luego siguieron, besos, más besos. Le hizo el amor, sin desnudarla y cuando la otra llegó al orgasmo dio por concluida la sesión.

Entonces se enfadó, se sintió utilizada. Estaba caliente hasta lo indecible pero la otra ya había tenido lo suyo. Discutieron, le insultó, estaba decidida a irse y la otra no le dejaba. Al final volvieron a las andadas y por fin consumó el acto, en el sofá, de forma incómoda, totalmente vestida.
amor 
No fue la mejor manera de empezar. No se puede decir que fuera una cita como había imaginado. No entraba para nada dentro de todo lo que había soñado, pero, ahora, ocho meses después, podía afirmar que sentía un amor de los más puros hacia ella y que también se sentía correspondida. Notaba la delicadeza de sus caricias y la pasión en la mirada. Notaba que crecía a su lado y que se hacía fuerte. Notaba que todo en su entorno se había vuelto más fácil y más iluminado. Por fin, gracias a esa relación, su vida se había vuelto idílica.
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